Alejandro S. Garrido

Trafalgar Square

( London ) – 2023 / 24








Desde su inauguración en 1844, Trafalgar Square ha servido como el corazón simbólico de la nación británica. Situada en las proximidades de las Casas del Parlamento y el Palacio de Buckingham, la plaza se integra en un paisaje diseñado a la medida del poder oficial, actuando como un dispositivo que valida y perpetúa a la élite gobernante. Dominada por la imponente columna dedicada al Almirante Horatio Nelson, la plaza está impregnada de iconografía imperial. En ella están presentes estatuas que honran a figuras militares clave en la expansión y consolidación del orden imperial británico durante el reinado de la Reina Victoria. Sir Charles James Napier, por ejemplo, que en 1843 lideró la conquista de Sindh, en la actual Pakistán, y llegaría a ocupar el puesto de Comandante en Jefe en la India Británica, o Sir Henry Havelock, quien es recordado por reprimir la sublevación india de 1857 y recapturar Cawnpore.

A pesar de su asociación con el poder y la autoridad, la plaza de Trafalgar también ha sido un lugar de disidencia y protesta contra las narrativas oficiales. En ella se congregaban regularmente el movimiento obrero y las sufragistas, a pesar de que hasta los disturbios del "Bloody Sunday" de 1887, la autoridad policial prohibía el derecho de reunión en la plaza con el objetivo de evitar la presencia de manifestantes en las inmediaciones de los centros de poder o de los clubes de la clase media en el West-End. Trafalgar Square sirvió como punto de encuentro y telón de fondo para la Campaña por el Desarme Nuclear en las décadas de 1950 y 1960. Allí se reunieron opositores a las guerras de Vietnam, Afganistán e Irak. Durante la década de 1980, el movimiento anti-apartheid se concentró en la plaza frente a la South Africa House. También acudieron a ella los grupos de oposición al Poll Tax en 1990, acabando políticamente con el thatcherismo. Las protestas contra los recortes en 2011 o, más recientemente, Black Lives Matter, Extinction Rebellion o las marchas por un alto el fuego permanente en Gaza han tenido su epicentro en la plaza.

En 1999 la RSA (Royal Society for the Encouragement of Arts) decidió destinar el cuarto plinto a la instalación rotativa de proyectos artísticos. Aunque se construyó originalmente para albergar la estatua ecuestre de Guillermo IV, el pedestal había permanecido vacante durante ciento cincuenta años. Esta decisión, liderada por el alcalde laborista Ken Livingstone, marcó un giro en la concepción oficial de la plaza y supuso un intento de renovación simbólica. Muchos de los artistas comisionados vieron en esta propuesta una oportunidad para cuestionar el imaginario marcial y masculino que domina el lugar. La redefinición de la plaza como centro multicultural y reflejo de la apertura de la ciudad fue enfatizada por la corporación municipal al utilizarla como escenario para presentar la candidatura olímpica que llevó a Londres a ser seleccionada para celebrar los Juegos de 2012. Según las palabras de Livingstone, Londres es "una ciudad verdaderamente diversa donde cada atleta o visitante puede sentirse como en casa".
Cuando Al-Qaeda atentó contra la ciudad apenas un día después de haber obtenido la candidatura, los medios de comunicación oficiales hicieron hincapié en la diversidad de las personas que acudieron a rendir homenaje a las víctimas en la plaza de Trafalgar. Sin embargo, otros sectores mediáticos hablaban del fracaso del multiculturalismo, señalando la importancia de preservar los valores tradicionalmente británicos, encarnados por el protestantismo, el conservadurismo anti-igualitarista y el respeto a las jerarquías, como el único camino hacia la cohesión social. Entre estas voces destacó la del futuro sucesor de Livingstone y Primer Ministro, Boris Johnson. En su artículo titulado ”Just don't call it war”, publicado en The Spectator el 16 de julio de 2005, Johnson afirmaba que "el Islam es el problema" y argumentaba que la influencia perniciosa del multiculturalismo había envenenado a la sociedad británica. Ante la "paranoica mente islámica" y la "crisis de la identidad nacional", añadía, es necesaria la "rebritanización de Gran Bretaña".

Esta caracterización de la plaza y, por ende, de la nación, no ha sido solamente discutida por un lado del espectro ideológico. Quienes la perciben como una idealización, producto del marketing urbano, han argumentado su falta de parecido con la realidad de Londres, donde la diversidad no existe en todas las esferas ni su existencia es siempre ajena al conflicto. Esta visión cosmopolita tampoco concuerda con la realidad del resto de Inglaterra, donde puede llegar a resultar completamente artificial. Por último, otros señalan la vigencia de los símbolos imperiales al observar cómo las estructuras de poder que los sostienen siguen ejerciendo una influencia indiscutible en el espacio y la vida pública, revelando la superficialidad con la que el poder aborda la cuestión de la diversidad de manera interesada. La plaza de Trafalgar, receptáculo de miradas en disputa, es un lugar de grandes contradicciones en el que se enfrentan el legado de un pasado imperial y la aspiración a una sociedad multicultural e igualitaria, un lugar ambivalente que refleja con fidelidad la encrucijada actual de la sociedad británica.